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Yarrabubba, el cráter del meteorito que pudo desencadenar un invierno global

Los científicos especulan con que el objeto habría liberado a nuestro planeta de un intenso periodo de glaciación global hace 2229 millones de años.

La Tierra es golpeada con frecuencia por rocas de nuestro sistema solar, la mayoría de ellas, provenientes del cinturón de asteroides, entre Marte y Júpiter; estas rocas suelen desintegrarse a medida que entran en la atmósfera y no traen mayores consecuencias para los habitantes de nuestro planeta. Pero, en ocasiones, estas rocas son lo bastante grandes como para desencadenar un cataclismo capaz de acabar con la mayor parte de las especies, como ocurrió hace 66 millones de años. Sabemos que este impacto abrió un cráter de 180 kilómetros de diámetro; pero no es, ni de lejos, el carácter más antiguo.

El descubrimiento en enero de 2020 de uno de los cráteres más antiguo que se conserva está relacionado también con el final de la glaciación más intensa y duradera que ha experimentado el planeta: el periodo ‘Tierra bola de nieve’.

Los restos del impacto en cuestión se han hallado en el oeste de Australia, y corresponden a un cráter de 70 kilómetros de diámetro con una antigüedad de más de 2229 millones de años: el cráter Yarrabubba, como ha sido bautizado.

Pero hay más.

No solo se ha identificado este cráter sin precedentes; sino que éste se ha relacionado con uno de los eventos más interesantes de la historia de la Tierra.

La hipótesis ‘Tierra bola de nieve’ todavía genera controversia. Aún no hay pruebas de que la Tierra estuviera alguna vez cubierta de hielo en su totalidad, pero de lo que sí están seguros los científicos es de que en ese periodo hubo duras glaciaciones, si no en todo, en la mayor parte del planeta. El deshielo trajo consigo una gran explosión de vida marina: el periodo Cámbrico, en el que surgieron organismos como los trilobites, los anomalocaris (antepasados de los insectos) y las picaias, primeros organismos con algo parecido a una espina dorsal.

Los investigadores creen que el cráter Yarrabubba es el vestigio de un antiguo impacto que vaporizó miles de millones de litros de agua, liberando a la Tierra de su prisión helada, y dando paso a una explosión de vida sin precedentes. Hasta ahora, la hipótesis que manejaban los científicos para explicar el final de este periodo glacial era una intensa actividad volcánica. Pero, con este hallazgo, puede que debamos reescribir la historia de nuestro planeta y, de paso, también la nuestra.

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Yarrabubba


¿Cómo saben los científicos la edad del cráter Yarrabubba?

Datar cráteres antiguos no es fácil: estos lugares tienden a estar mal conservados porque la erosión y los eventos tectónicos como los terremotos borran progresivamente en el pasado geológico, como detallan los investigadores en su artículo, publicado en la revista Nature Communications.

El equipo buscó evidencia de "recristalización de choque" en minerales como el circón y la monazita dentro del cráter. Pero encontrar ese registro en los minerales implicaba la búsqueda de granos microscópicos. El uranio en los granos ayudó a los científicos a determinar una fecha precisa, que coincidió con la gran glaciación.

Los investigadores especulan con la idea de que cuando el meteorito golpeó Yarrabubba, este lugar estaba cubierto de hielo, como gran parte del resto de la Tierra en ese momento: “El impacto se ajusta dentro del contexto de la Tierra saliendo de condiciones frías”, explican.

El ataque masivo pudo haber enviado miles de millones de toneladas de hielo vaporizado a la atmósfera, según los modelos dirigidos por el equipo: "Sobre una capa de hielo, el impacto habría liberado mucho vapor de agua, que es un gas de efecto invernadero aún más eficiente que el dióxido de carbono“, en palabras del autor principal Timmons Erickson, del Centro Espacial Johnson de la NASA y la Escuela de Ciencias de la Tierra y Planetarias de Curtin. ”Eso, a su vez, pudo provocar el calentamiento del planeta".

Atención: lo que es un hecho es la datación del cráter, pero que este cráter desencadenara un deshielo masivo es tan solo una hipótesis aventurada por los científicos.

Quienes se muestran escépticos ante las conclusiones de este estudio afirman que los grandes impactos de meteoritos se asocian más a menudo con eventos de enfriamiento que con el calentamiento atmosférico. Además, ponen en duda que un objeto que deja un cráter de ‘tan solo’ 70 kilómetros sea capaz de evaporar tal cantidad de hielo, y desencadenar un cambio climático tan decisivo.

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