Cuando Ford anunció la llegada de la sexta generación del Explorer a España nuestro corazón dio un vuelco. Puede sonar exagerado pero, a día de hoy, era una noticia cuanto menos sorprendente. Las normativas anticontaminación del viejo continente han limitado notablemente la importación de modelos como este todoterreno, un coche con más de treinta años de historia y un carácter muy bien formado. Su esencia americana implica cotas contundentes y emisiones que darían pesadillas a la mismísima Greta Thunberg. Por ese motivo, el Ford Explorer se comercializará tan solo en su versión híbrida enchufable de 457 CV de potencia, un consumo medio de 3,1 l/100km y 71 gr/km de emisiones según el ciclo WLTP.
El juego por parte de Ford ha sido hábil y nos permite subirnos al volante de un coche con historia. Más aún. Gracias a la sincronización de los astros, pudimos realizar una comparativa que nos hace especial ilusión. En un mismo día saltamos la línea temporal para subirnos al Ford Explorer de segunda generación, a la venta desde 1994 y que llegó a nuestro país un año después. Su carrocería marcaba un antes y un después, con líneas más redondeadas y sofisticadas, una ligera aproximación a lo que, más adelante, se llamarían todocaminos. Fue curioso, cuanto menos, poder bajar de un vehículo tan tecnológico, confortable y dinámico como el actual Explorer para cambiarlo por un tosco todoterreno de los noventa.
Volviendo al Ford Explorer de sexta generación, su precio de partida, de 73 300 euros, no está al alcance de cualquiera pero menos aún su carrocería de 5,06 metros de largo por 2,00 m de ancho y 1,77 m de alto. Lo mejor son los 3,02 metros de distancia entre ejes, que ofrece espacio interior para colocar no cinco sino siete plazas (2+3+2). Hablar de este aventurero es hacerlo de la recuperación, como si de un ave fénix se tratara, ya que dejaron de matricularse unidades en España allá por el 2001. Su vuelta no ha podido levantar más ampollas y con ella han llegado las ganas de sentarnos al volante, un acto que resultó mucho más divertido de lo esperado. Si queréis saber qué tal va este monstruo de las carreteras, seguir leyendo.
Grande y punto
El Ford Explorer llegado a España es una versión de la sexta generación lanzada en Estados Unidos. Se trata de un todoterreno de 5,06 metros de largo por 2,00 m de ancho y 1,77 m de alto, con una distancia entre ejes de 3,02 metros. Su larga batalla ofrece espacio para siete pasajeros en el habitáculo.
¿Con qué lo comparamos?
El Ford Explorer parece único pero, en el fondo, tiene rivales muy duros contra los que combatir. El Audi Q7, por ejemplo, también se comercializa con variante híbrida enchufable TFSIe quattro de 381 CV pero el precio es superior. También es más caro el Volvo XC90 T8 Twin, que parte de los 80 250 euros o el BMW X5 xDrive45e, pero, en todos los casos, el espacio de carga es menor que el del Ford Explorer.
Para una familia numerosa
Tal como comentaba, el maletero del Ford Explorer es el mejor del segmento si hablamos de SUV’s de gran tamaño con sistema de propulsión PHEV. Si optamos por viajar con los siete asientos disponibles gozaremos de 240 litros de capacidad, que aumentará a 635 litros si abatimos la última fila y hasta los 2 274 litros sin la segunda banqueta desplegada.
Bajo consumo
Para poder comercializarse en Europa, Ford ha tenido que plantearse una gama muy bien definida y acotada. Por ese motivo, solo está disponible con motorización PHEV, que homologa un consumo de 3,1 l/100 kilómetros y emite 71 gr/km de CO2. Como es de esperar, en cuanto se acaba la batería dichos datos quedan lejos de la realidad.
Sistema híbrido
El sistema híbrido enchufable del Ford Explorer cuenta con un motor gasolina V6 de 3,0 l y 363 CV, con un empuje de 555 Nm de par máximo. Este bloque térmico obtiene ayuda de uno eléctrico de 102 CV (75 kW) con 300 Nm de par máximo que, de forma conjunta, rinden 457 CV y 825 Nm de par. Lo mejor de ello es la disponibilidad inmediata del propulsor eléctrico, con la facilidad de conducción que supone.
Al enchufe
El motor eléctrico se nutre de una batería de 13,1 kWh que ofrece hasta 42 kilómetros de autonomía en modo cero emisiones, lo que le dota del distintivo 0 de la DGT. Estos módulos se colocan bajo los asientos de la segunda fila y se cargan por completo en 4,3 horas si lo conectamos en una toma de 3,7 kW. Si solo disponemos de una toma de corriente doméstica, de 2,3 kW, tardaremos 5,8 horas en conseguirlo.
Más digital
Uno de los argumentos de peso del Explorer es su precio. Sin embargo, compite en un segmento repleto de modelos premium que ofrecen habitáculos mejor acabados y lo hace con una buena dosis de equipamiento. Sorprende la pantalla central vertical, algo muy americano, junto al cuadro de instrumentación digital de 12,3 pulgadas, ambas de serie.
Ideal para familias
El Ford Explorer destaca por su amplitud y la segunda fila consta de tres asientos. Los dos del extremo pueden desplazarse 15 centímetros longitudinalmente y cuentan con anclajes Isofix. Ese fijador, necesario para las sillitas de los más pequeños, también se encuentran en los dos asientos posteriores.
Conducción refinada
Desde los primeros kilómetros nos dimos cuenta del rodar confortable y fácil del Ford Explorer. Es curioso porque, dada su estética robusta y tamaño considerable, lo esperábamos más lento, pesado y de respuesta impredecible. Algo en lo que tiene mucho que ver el cambio automático de diez velocidades y la tracción total.
Una relación calidad-precio insuperable
Cuando vemos al Explorer pensamos en terreno off-road y aventura pero su mejor cara la ofrece en vías rápidas como autovías o autopistas. Su confort de marcha no llega a ser el de un modelo germano pero cumple, con creces, las necesidades de cualquier usuario. Un comprador que prefiera invertir menos en un coche con altas capacidades de tracción y diversión.
Viaje al pasado
Lo mejor para ser consciente de la evolución de la automoción es poner, uno al lado de otro, dos modelos iguales de diferente generación. Eso mismo pudimos hacer estas Navidades al conducir un Ford Explorer de segunda hornada el mismo día que probamos el nuevo todoterreno. Sorprende lo bien que se lleva la unidad clásica que, pese a ser mucho más tosca, es fácil de llevar y genera más sensaciones que el actual.
Mucha tecnología
El Explorer de 1995 que pudimos probar monta el bloque V6 de 213 CV de potencia y 344 Nm de par máximo. Las diferencias son notables pero, al tener una peor insonorización y un chasis más brusco, el todoterreno clásico te pone los pelos de punta. El sonido del propulsor genera adrenalina por sí solo. A cambio, en el Ford Explorer nuevo gozaremos de más confort y una seguridad de vanguardia.
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