En la historia de Mazda hay un hito que supera a los demás: la victoria en las 24 Horas de Le Mans. Ganaron con el motor rotativo del Mazda 787B en 1991.
En este espacio os hemos contado infinidad de veces lo importante que es la competición para el desarrollo de los vehículos que luego circularán por nuestras carreteras. Mazda era consciente de ello desde sus primeros días como fabricante de automóviles, tras dejar atrás su faceta de productor de corcho en Hiroshima. La innovación forma parte de los pilares que han convertido a Mazda en una firma con reconocimiento mundial. Eso y los atrevimientos que ha realizado a lo largo de su historia. El motor rotativo es lo que más les ha caracterizado y su fe ciega en ese bloque les llevó a ganar las 24 Horas de Le Mans en 1991. Pero los récords no surgen de la nada, se tienen que trabajar. La firma nipona sabe mejor que nadie lo que significa el esfuerzo y el coraje. Una valentía y perseverancia que ellos llaman espíritu Mukainada y que acuñaron tras superar la reconstrucción de su ciudad, víctima de la bomba atómica en 1945.
Esa fijación por el trabajo y la constancia se implantó en el ADN de los trabajadores de Mazda, que no conciben otro modo de hacer las cosas que siendo ellos mismos. Por ese motivo han sometido cada una de sus innovaciones a las duras exigencias de la competición, ya fuera en el mundial de rallies como en la mítica carrera de resistencia francesa. De este modo, Mazda conseguía hacerse un nombre en el imaginario del cliente europeo y americano introduciendo su tecnología en las carreras más retransmitidas y seguidas del mundo. Esa fijación se inició en el mundo de las motocicletas, cuando Toyo Kogyo -Mazda en los años 30- participó en el campeonato de motocicletas japonés con una moto producida íntegramente en el país asiático. Sin embargo, el presidente de la empresa descartó seguir por esa vía y se centró en el desarrollo del Mazda Go, el primer vehículo que presentaría Matsuda al mundo de la automoción.
Pasaron los años y la espina de la competición seguía clavada en los planes del fabricante. Con elMazda Cosmo Sport llegó el momento de volver a las carreras. Para la marca era la mejor de las acciones publicitarias así que se lanzaron al reto más complicado: la resistencia. Lo hicieron participando en el Marathon de la Route, una prueba de 84 horas que se disputó en el circuito de Nürburgring en 1968. Ese fue el inicio de la historia de Mazda y la competición, repleta de éxitos e hitos memorables.
Marathon de la Route
Dos Mazda Cosmo Sport participaron en esta mítica carrera de resistencia de 84 horas. Una de las unidades sufrió un accidente pero la otra quedó cuarta, solo por detrás de los míticos Porsche 911 y Lancia Fulvia. El coche japonés compitió con su motor rotativo, toda una declaración de intenciones que terminó por convertirse en la entrada triunfal del modelo en Europa.
24 Horas de Spa
El éxito del Mazda Cosmo Sport animó a la firma, que inscribió 3 Mazda R100 Coupé en las icónicas 24 Horas de Spa. Ese modelo era único en Europa y pronto causó la impresión que debía ante un público ansioso de novedades. Se trataba de un motor de dos rotores que rendía 200 CV a 9 000 revoluciones por minuto.
Final trágico
Esa carrera pasará a la historia pero no por el buen resultado de Mazda. El rapidísimo trazado de Spa Francorchamps se cobró la vida del piloto que conducía uno de los R100 Coupé: Leon Dernier. Sin embargo, los otros dos modelos siguieron compitiendo en honor a su compañero.
Top 5
La tragedia desdibujó el gran trabajo del resto de pilotos Mazda, que terminaron en quinta y sexta posición tras pelear contra modelos de BMW, Lancia, NSU, Mini, Alfa Romeo, Gordini y Porsche. Fue una demostración palpable de lo que podían llegar a conseguir los motores Mazda.
En su país también
Los grandes resultados en Europa convencieron a Mazda de sus posibilidades, también en Japón. Por ese motivo, desarrollaron un RX-3 Coupé para competir contra el mítico Nissan Skyline en los campeonatos nacionales. En el Fuji Gran Prix de 1972 tres RX-3 coparon el podio, convirtiéndose desde entonces en los deportivos más populares y competitivos del mercado nipón.
Llega el RX-7
Los éxitos del RX-3 se sucedían pero llegó el modelo que realmente lo cambiaría todo: el Mazda RX-7. Este deportivo acumuló victorias y más victorias a lo largo de sus tres generaciones, que siempre participaron en alguna u otra competición. La primera de ellas llegó en 1981, con la primera victoria en las 24 Horas de Spa de un vehículo japonés.
También en EEUU
Mazda no solo tenía en mente el mercado europeo, también el americano. Allí, el RX-7, se coronó como vencedor de las 24 Horas de Daytona en 1979, en su primera participación en la categoría GTU. Más adelante se convertiría en el ganador de este campeonato de motores de menos de 2,5 litros y lo hizo siete años de manera consecutiva. Con el paso del tiempo subió a la categoría GTO (de más cilindrada) y, a día de hoy, sigue siendo el constructor con más carreras de la IMSA ganadas.
Los rallies fueron peor
Las incursiones de Mazda en los rallies son algo menos loables. El RX-7 participó en la histórica categoría del Grupo B con Achim Warmbold como piloto a los mandos. Era el único trasera de la clasificación y consiguió un Campeonato Europeo de Rallies en 1984. También se dejó caer por el mundial con un tercer puesto en el Rally Acrópolis de 1985.
A por Le Mans
La obsesión de Mazda era ganar en Le Mans. Este proyecto arrancó en 1970 cuando se instaló un motor rotativo Mazda 10A en un Chevron inglés. Las intentonas se sucedieron hasta que en 1981 inscribieron dos Mazda RX-7 con el equipo Mazdaspeed. Poco a poco fueron mejorando el vehículo hasta conseguir su primera victoria en la categoría C2 en 1983.
Llegó la victoria
El palmarés de Mazda en Le Mans iba ampliándose pero quedaba un hito que llevarse a casa: la victoria en la categoría absoluta. El sueño se hizo realidad en 1991 cuando el Mazda 787B cruzó la ba11ndera a cuadros en primera posición el 23 de junio. Los pilotos encargados de esa gesta fueron: Volker Weidler, Johnny Herbert y Bertrand Gachot.
Un hito doble
El Mazda 787B no solo era el primer modelo japonés en ganar la mítica 24 Horas de Le Mans, también lo hizo con la tecnología del motor rotativo. Además, fue el primer coche en hacerlo con frenos de carbono y con un embrague también de carbono. Ese vehículo se expone orgulloso en el Museo de Mazda.
El MX-5
El Miata es otro de los modelos de Mazda utilizados para la competición. El de tercera generación participó en las 24 Horas de Nürburgring de 2014 y actualmente se utilizan en las series de resistencia Super Tikyu en Japón. La afición es tal que tiene su propia copa monomarca en Estados Unidos: la MX-5 Global Cup.
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