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Este dientes de sable tenía colmillos tan grandes que le llegaban al cráneo

Los científicos han reconstruido la criatura extinta que vagaba por América del Sur hace 3 millones de años.

Thylacosmilus atrox, también conocido como el "diente de sable marsupial", merodeaba por América del Sur con dientes caninos tan grandes que llegaban a la parte superior de su cráneo, según han descubierto los científicos. Este depredador de 100 kilos de peso se extinguió hace unos 3 millones de años y era miembro de Sparassodonta, un grupo de mamíferos carnívoros relacionados con los marsupiales vivos.

"No se puede entender la organización craneal en Thylacosmilus sin confrontar primero a esos enormes caninos", explicó Charlène Gaillard, estudiante del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (INAGLIA) y autora principal del estudio que recoge la revista Communications Biology. "No solo eran grandes, sino que crecían constantemente, hasta tal punto que las raíces de los caninos continuaban sobre la parte superior de sus cráneos. Esto tuvo consecuencias, una de las cuales fue que no había espacio disponible para las órbitas en el posición habitual de los carnívoros en la parte frontal de la cara", reveló la experta.

¿Cómo veía este animal?

Los cráneos de los carnívoros suelen tener cuencas oculares u órbitas orientadas hacia adelante, lo que ayuda a permitir la visión estereoscópica (3D), una adaptación útil para juzgar la posición de la presa antes de atacar. Sin embargo, con la ubicación de sus ojos (uno a cada lado de la cabeza, como ocurre con las vacas y los caballos), con el entorpecimiento de unos caninos superiores extraordinariamente grandes, su campo visual no se superpondría lo suficiente como para que el cerebro los integrase en 3D.

Recreación del dientes de sable

Recreación del dientes de sableJorge Blanco

Los científicos del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales de Argentina modelaron el cráneo de Thylacosmilus. Los escaneos y reconstrucciones permitieron al equipo comparar el sistema visual de Thylacosmilus con otros carnívoros u otros mamíferos en general y estudiar la convergencia orbital, descubriendo, efectivamente, que no podía ver bien en 3D porque sus ojos estaban colocados muy lejos el uno del otro para permitir el paso a sus enormes caninos. Pese a este impedimento que, en teoría le habría reducido su capacidad para juzgar la posición de las presas, seguía siendo un depredador voraz (no en vano, su dieta era al menos un 70% de carne), ya que las cuencas de sus ojos sobresalían hacia afuera, dándole un campo de visión suficientemente amplio.

"Thylacosmilus pudo compensar el hecho de tener los ojos a un lado de la cabeza sacando un poco sus órbitas y orientándolas casi verticalmente, para aumentar la superposición del campo visual tanto como fuera posible", dijo la coautora de la investigación Analia M. Forasiepi. "Aunque sus órbitas no estaban posicionadas favorablemente para la visión 3D, podría lograr alrededor del 70 por ciento de la superposición del campo visual, evidentemente, lo suficiente como para convertirlo en un depredador activo exitoso".

Ningún otro mamífero carnívoro lo ha desarrollado

¿Por qué desarrollaría esta criatura dientes enormes y en constante crecimiento que requirieron que se rediseñara todo su cráneo? ¿Con qué propósito?

"Podría haber facilitado la depredación de alguna manera desconocida pero, si es así, ¿por qué ningún otro esparasodonte, o para el caso, cualquier otro mamífero carnívoro, no desarrolló la misma adaptación de manera convergente? Los caninos de Thylacosmilus no se desgastaron, como los incisivos de los roedores. En cambio, parece que continuaron creciendo en la raíz, y finalmente se extendieron casi hasta la parte posterior del cráneo", se preguntan los investigadores. ¿Quizá una anomalía evolutiva?

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