Verdades y mentiras del efecto capitalidad de Madrid
Según demuestran los casos de otros países, ser la capital no atrae automáticamente inversiones y prosperidad económica
Madrid es capital de España desde 1561, mucho antes de que se convirtiera, con todas sus consecuencias, en un Estado-nación de estructura territorial compuesta. Ya por entonces la agregación de territorios forjó la nueva identidad nacional, dejando atrás modelos disgregados donde la fiscalidad feudal estaba híperfragmentada. Cinco siglos después aproximadamente, se ha desatado una guerra sobre competencia fiscal que tiene como victima propiciatoria a la Comunidad de Madrid y, singularmente, a la capital, sobre la que se ha forjado espuriamente un discurso displicente sobre la eventual competencia desleal que, según algunos, ejerce y sobre el efecto distorsionador que el impacto de la centralidad tiene sobre la localización de empresas y de servicios.
La primera falacia que hay que desmontar es la relativa a que, en todo momento y lugar, Madrid ha concentrado el poder económico y, por consiguiente, mayor riqueza territorial que otras zonas de España. Pues no es exactamente así. Solo en los últimos años ha liderado el crecimiento económico y la creación de empleo en España. Hoy, es la primera economía española, aportando el 19,3% del PIB Nacional, y la que tiene el mayor PIB per cápita con 35.876€, un 35,7% más que la media española (9.438€ más). De hecho, con un modelo de financiación prácticamente invariable desde la década de los ochenta, Madrid no ocupó la primera posición hasta hace relativamente poco.
Ser la capital de un Estado no garantiza mayores niveles de renta per cápita que en otras regiones o ciudades de ese mismo país: en Estados Unidos, ciudades como Nueva York, Chicago, Los Ángeles o Houston tienen mayor renta per cápita que Washington; o en Alemania, Colonia, Fráncfort, Múnich o Hamburgo sobrepasan en prosperidad a Berlín. De hecho en España casi el 45% de la riqueza nacional generada por los flujos import/export se localiza en la vertiente oriental, entre otras razones, por la localización estratégica de los puertos mediterráneos. No hace falta decir que Madrid no tiene playa y que, por ende, podría ser un factor enervante del desarrollo de la capital. A vueltas con los agravios territoriales, la meseta española también podría invocar limitaciones geoestratégicas.
Madrid aporta más de lo que recibe
De otra parte, el hecho de que en la Comunidad de Madrid se encuentren las sedes de las grandes empresas no genera mayores ingresos a la Hacienda Pública madrileña, en ninguno de los tres grandes tributos del sistema: por un lado, las empresas tributan por el Impuesto sobre Sociedades (que corresponde en su totalidad al Estado); en segundo lugar, aunque estas empresas hagan su declaración en Madrid y presenten en Madrid sus retenciones, sólo se repercute por IRPF a la Comunidad de Madrid lo correspondiente a las personas físicas que viven en la región; y, por último, el que las empresas presenten sus declaraciones de IVA en la región tampoco supone mayor beneficio a nivel de ingresos, ya que por IVA se recibe exclusivamente en Madrid lo que corresponda según los indicadores de reparto y de consumo establecidos en el SFA (Sistema de Financiación Autonómico).
Según datos de 2018, la Comunidad de Madrid recaudó por grandes impuestos (IRPF, IVA, e Impuestos Especiales) 84.431 millones de euros. Sin embargo, por los porcentajes de cesión e indicadores de reparto y de consumo del sistema de financiación, la región de Madrid sólo recibió 19.110 millones, de modo que 65.000 millones de euros se van a financiar otras administraciones. En suma, Madrid sólo recibe el 22,6% de lo que recauda.
Por último, la Comunidad de Madrid aporta al Fondo de Garantía de los Servicios Públicos Fundamentales el 68% de todos los recursos procedentes de las comunidades autónomas. De hecho, en el periodo 2009-2018 (en 2009 es cuando se aprobó el actual SFA), la aportación de la Comunidad de Madrid ha sido de 31.672 millones de euros, casi tres veces la de Cataluña (11.169 millones). A su vez, Madrid es la primera región en capacidad tributaria, pero baja al puesto 12 en lo que recibe del SFA por habitante (2.631 euros por habitante, frente a los 3.482 que recauda por tributos cedidos). Esta es la tozuda realidad. A partir de aquí, la reflexión ya corresponde a cada uno. Madrileños o no.