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Qué es el altruismo eficaz y cómo va a cambiar la cooperación

Hace años que se ha demostrado que, en cooperación, una idea atractiva no tiene porqué ser la mejor.

En 1989, Trevor Field se encontró con una idea que parecía brillante y que podría mejorar la vida de los niños y sus comunidades en algunas de las regiones más pobres de África: combinar un pequeño carrusel, de los que se encuentran en los parques infantiles, con una bomba para obtener agua limpia del subsuelo. Los niños tendrían acceso a un juego hasta entonces fuera de su alance y, al empujar el carrusel para hacerlo girar, harían —casi sin notarlo— el trabajo necesario para obtener agua limpia para su comunidad. El nombre de este revolucionario invento: “PlayPump”.

Como cuenta Will MacAskill en su libro Doing Good Better, Field pasó varios años mejorando el diseño. En 1995 consiguió los primeros sponsors y en 2000 ganó con el proyecto un premio del Banco Mundial. La idea parecía tan buena que pronto sumó grandes apoyos. Steve Case, fundador de AOL, fue una de las primeras personalidades que se volcaron en el proyecto. El rapero Jay-Z recaudó decenas de miles de dólares en una de sus giras. Laura Bush, por aquel entonces primera dama de los Estados Unidos, donó más de 16 millones de dólares. En 2009, se habían instalado ya 1 800 PlayPumps en varios países africanos: el proyecto parecía ser un rotundo éxito. Y entonces las cosas empezaron a torcerse.

Algunos aspectos prácticos del producto no se habían estudiado bien y su utilidad no se había contrastado con las comunidades a las que iba dirigido. El carrusel exigía empujar continuamente para poder bombear agua, en lugar de girar libremente tras el empujón inicial. La PlayPump dejaba de ser un juguete divertido para los niños y, en muchos casos, eran las mujeres de la aldea quienes acababan teniendo que empujarla para bombear agua. Por último, existían diseños de bombas manuales más eficientes, que permitían obtener más agua limpia con un menor esfuerzo.

El éxito de las PlayPumps en la recaudación de fondos no se tradujo en un beneficio real para las personas a las que pretendían ayudar. Si ese mismo dinero se hubiera destinado a una iniciativa mucho menos llamativa, pero de eficacia probada, como las mosquiteras tratadas con insecticida para la prevención de la malaria, se podría haber protegido a millones de personas y salvado miles de vidas. ¿Cómo es posible que se malgastaran así unos recursos tan valiosos? Uno de los principales motivos es que, tradicionalmente, hemos sido muy exigentes con la medición de resultados en el mundo de los negocios, pero mucho menos en el de la filantropía y los proyectos humanitarios.

¿No son todas la ideas para ayudar buenas?

Afortunadamente, desde hace algo más de una década, el movimiento internacional del altruismo eficaz promueve el uso de la evidencia y la razón para identificar las mejores formas de mejorar el mundo. Habitualmente, asociamos la ayuda con la emoción: las historias de personas que viven en pobreza extrema o los desastres naturales despiertan nuestra solidaridad. Sin embargo, como ilustra el ejemplo de las PlayPumps, si realmente queremos que nuestra ayuda obtenga resultados, es muy importante complementar la empatía, que nos lleva a actuar, con un análisis racional que evalúe la efectividad de los proyectos. El altruismo eficaz intenta encontrar “las mejores formas de mejorar el mundo”. ¿Es que no todas las iniciativas humanitarias o filantrópicas son igual de buenas? La respuesta es un claro no. Con unos mismos recursos, algunos programas consiguen un impacto mucho mayor que otros. Si no elegimos los programas más efectivos, podemos incurrir en un importante coste de oportunidad, dejando de sacar el máximo partido a nuestra ayuda.

En torno a las ideas del altruismo eficaz, han surgido múltiples organizaciones especializadas en diferentes aspectos de esa aspiración de hacer el máximo bien posible con los recursos que tenemos. GiveWell, por ejemplo, lleva más de una década identificando las mejores oportunidades para los donantes interesados en mejorar las condiciones de vida de las personas más pobres del planeta. En España, ya es posible donar a la fundación Ayuda Efectiva, que —apoyándose en la investigación de GiveWell— selecciona y financia los proyectos humanitarios que, con unos mismos recursos, salvan más vidas o ayudan más a más personas.

Las ideas y la metodología del altruismo eficaz tienen el potencial de ayudarnos no solo a mejorar el mundo, sino a maximizar nuestro impacto positivo. Su creciente influencia en el ámbito de la cooperación al desarrollo y la filantropía permitirá canalizar los recursos hacia los proyectos con una mejor relación coste-efectividad y, por tanto, lograr una mayor mejora en las vidas de las personas que más lo necesitan.

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