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La fiebre china de las criptomonedas pone en peligro sus metas globales de emisiones

China es el país más contaminante del mundo.

Las minas de Bitcoin, que alimentan que alimentan casi el 80% del comercio mundial de criptomonedas, consumen una cantidad brutalmente desmesurada de electricidad, y las autoridades del país están empezando a preocuparse seriamente porque, de continuar así, esta práctica puede llegar a socavar los objetivos climáticos de China, que ya de por sí es el país más contaminante del mundo, y desde hace ya varios años se enfrenta a millonarias sanciones por parte de la comunidad internacional por no cumplir con los objetivos de emisiones.

La minería, un enemigo del medioambiente

Si bien el término minería, desde un punto de vista lingüístico hace referencia a la excavación de minerales preciosos mediante un agujero en el suelo, aplicado a las criptomonedas como Bitcoin o Ethereum, se refiere a los edificios llenos de microprocesadores que están ininterrumpidamente encendidos y consumiendo electricidad para realizar cálculos matemáticos.

Estos ordenadores, que son la fuente de la que nacen y por donde se mueven todos los Bitcoins del planeta, consumen enormes cantidades de electricidad, parte de la cual se origina en una de las más de mil centrales eléctricas de carbón en China, lo que supone el lanzamiento continuo a la atmósfera de gases nocivos que acentúan el calentamiento global, culpable del cambio climático.

Según un estudio de la prestigiosa revista Nature, si estas emisiones no se controlan en los próximos dos años, las minas de Bitcoin de China producirán más de 130 millones de toneladas cúbicas de emisiones de dióxido de carbono para 2024, casi el equivalente a las emisiones anuales totales de gases de efecto invernadero de países como Italia o Arabia Saudí.

Objetivos climáticos comprometidos

En abril de 2020, las empresas chinas con acceso a electricidad y equipos informáticos baratos ejecutaban casi el 80% de las operaciones de bitcoins de todo el mundo. Alrededor del 40% de las minas de Bitcoin del gigante asiático funcionan con electricidad generada a partir de la quema de combustibles fósiles como el carbón, mientras que el resto se alimentan de energía limpia, generada a través de métodos renovables como la solar o la eólica.

Sin embargo, estas instalaciones chinas de uso intensivo del carbón son tan grandes que podrían terminar socavando el compromiso ambiental de Pekín con las emisiones máximas de carbono para 2030 y hacer que el país fracase en su intención de convertirse en una nación de emisiones cero para el año 2060, tal y como se ha comprometido el gobierno chino en las últimas cumbres medioambientales planetarias.

La explotación intensiva de bitcoin en China puede convertirse rápidamente en una amenaza que podría socavar potencialmente el esfuerzo por reducir las emisiones, por eso las autoridades del gigante asiático están empezando a centrarse en mejorar la red eléctrica para garantizar un suministro estable de fuentes totalmente renovables.

Dado que los precios de la energía en las regiones de energía limpia de China son más bajos que en los de las regiones de carbón, los mineros de criptomonedas, que ejecutan su hardware informático para realizar cálculos matemáticos con el objetivo de recibir recompensas en Bitcoin, deberían tener incentivos para instalar sus servidores en las regiones de energía limpia.

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