Por qué el agua embotellada es una de las mayores estafas del siglo
Algunos siguen sin entender por qué la gente paga por algo que sale gratis del grifo.
Hace apenas 50 años, la idea de comprar agua embotellada cuando estaba disponible gratuitamente en el grifo hubiera resultado del todo absurda para la mayoría de la gente. Sin embargo, hoy las ventas de botellas y garrafas de agua son más altas que nunca, aunque tienen un efecto devastador para el medio ambiente, debido a las ingentes toneladas de residuos de plástico que casi siempre acaban en el mar.
Reclamo comercial
Poder comprar agua embotellada se remonta al siglo XVIII, y a Estados Unidos, cuando los manantiales naturales eran tan populares que la gente acudía de turismo y los vendedores empezaron a meter el agua de los riscos en botellas para vendérsela a los visitantes. Además, el agua también se vendía como curativa, asegurando que contenía propiedades contra el reúma y demás dolencias comunes.
Sin embargo, no fue hasta los años 60 cuando comenzó el concepto agua embotellada que conocemos ahora. Coincidió justo con el desarrollo del polietileno de alta densidad, es decir, del plástico que se usa para fabricar las botellas. Al dejar atrás el caro vidrio, que además era difícil de producir, el coste de las botellas de agua descendió y empezaron a promocionarse mediante agresivas campañas de publicidad que incidían en la comodidad de llevar una botella resistente y ligera a cualquier sitio.
En los años 70 otra invención, la del tereftalato de polietileno, permitió almacenar de forma segura y duradera bebidas gaseosas tan populares como la Coca Cola o el agua con gas, que en aquellos años era el culmen de la sofisticación. Por supuesto, detrás de cada uno de estos movimientos se encontraba una carísima campaña de publicidad, como la de la marca francesa Perrier, que a finales de los 70 se gastó 5 millones de euros en promocionar su agua embotellada.
Desde entonces, el agua envasada empezó a ganar popularidad y se estableció como un producto más en los supermercados de todo occidente. De hecho, en los últimos cinco años, el consumo mundial de agua embotellada se ha disparado, y al año el negocio mueve 300.000 millones de euros.
Crimen medioambiental
No obstante, el agua embotellada tiene una cara que no sale reflejada en los anuncios, pero que supone uno de los mayores problemas para nuestro planeta: los residuos plásticos. Según los datos, si pusiéramos en fila todas las botellas de plástico que se consumen al año en el mundo (unos 500.000 millones), recorreríamos la mitad de la distancia que nos separa del Sol. Solo en Europa se consumen tantas botellas cada semana como para rodear el planeta Tierra dos veces.
A pesar de las campañas de concienciación y los esfuerzos de las asociaciones ecologistas, menos de la mitad de todas esas botellas consiguen reciclarse. El resto acaba en vertederos, tiradas en cualquier sitio o principalmente van a parar al mar, donde contaminan las aguas, destrozan el hábitat natural de muchas especies y envenenan a cientos de animales que ingieren los restos de plástico (animales que, en muchas ocasiones, se pescan después para el consumo humano).