¿Cómo se mantiene siempre encendida la llama olímpica?
El fuego olímpico puede soportar viento y lluvia sin apagarse.
Es el símbolo más importante y visible de cada cita olímpica. La llama de los dioses que preside y vigila cada una de las pruebas que se disputan en los Juegos Olímpicos, y asiste a la coronación de los campeones.
En las últimas décadas, la ceremonia de encendido de la antorcha olímpica se ha vuelto cada vez más mediática, y ahora se enciende meses antes de que comiencen los Juegos, suele recorrer decenas de ciudades del país anfitrión (a veces viaja por varios países distintos), y su itinerario, de varias semanas, incluye miles de kilómetros y varios medios de transporte como el barco o el avión.
Recibe cuidados las 24 horas
Con todo este trajín, ¿Cómo es posible que la llama nunca se apague? Además, después de llegar al estadio olímpico y prender el pebetero, el fuego sigue encendido durante todos los juegos, hasta la ceremonia de clausura.
El camino siempre empieza en la ciudad griega de Olimpia, donde originalmente nacieron los Juegos allá por la Antigüedad. El encendido del fuego se realiza a través de los rayos del sol, para mantener la pureza.
A partir de ahí, un equipo de hasta diez personas se encarga de velar por que se mantenga vivo durante las 24 horas del día, y mantener a salvo su esplendor. La tarea está muy facilitada gracias a la utilización de propano, un gas que la va alimentando poco a poco y que evita que se extinga.
El mecanismo se integra dentro de la antorcha, lo que le permite estar encendida incluso durante las carreras de relevos que la van trasladando de un sitio a otro hasta llegar al estadio el día de la inauguración.
Mecanismo de seguridad
Para evitar el desastre de que la llama se apagase, existen otros fuegos olímpicos, nacidos de los mismos rayos de sol de Olimpia. Estos otros fuegos se mantienen a salvo dentro de una serie de linternas que también se mantienen encendidas constantemente, por si la antorcha principal se apagase, poder sustituirla.
De hecho, cuando la llama olímpica tiene que realizar un trayecto en avión, donde el fuego no está permitido, ésta se guarda en una de estas linternas cerradas, muy similar a las lámparas que utilizan los mineros cuando se encuentran bajo tierra.
Entre los medios de locomoción en los que ha llegado a viajar la llama olímpica se encuentran caballos, barcos o camellos. La primera vez que viajó en avión fue en los años 50, e incluso en dos ocasiones ha viajado al espacio, aunque sin llama, ya que fuera de la atmósfera no hay oxígeno y es imposible que se produzca la combustión.
El mecanismo de propano y los elementos que componen la antorcha están preparados para soportar vientos de casi 70 kilómetros por hora, y la llama puede continuar ardiendo bajo una lluvia de hasta 50 mililitros a la hora. De todos modos, si se apagase, podría volverse a encender con una de las linternas de seguridad que siempre la acompañan.
Apagones
Desde que se tiene constancia, la llama olímpica se ha apagado en dos ocasiones (de forma accidental, claro): Una fue en Montreal 1976, y la última en las olimpiadas de Atenas, en el año 2004.