Este es el duro impuesto que propone el G20 para combatir el cambio climático
La medida va en consonancia con políticas económicas concretas para desarrollar a largo plazo.
El cambio climático avanza y la mayoría de los países está empezando a tomar medidas orientadas a frenar las emisiones de dióxido de carbono y gases contaminantes a la atmósfera, culpables del calentamiento global.
Por supuesto, este es un tema muy complejo y remodelar toda la economía y el sistema productivo para orientarlo a la transición ecológica y energética, y a la economía sostenible, no es algo que se pueda hacer en unas semanas, sino que son necesarios varios años y unos planes políticos y económicos sólidos y concretos a seguir a rajatabla.
Sin embargo, la opción más rápida para intentar frenar la debacle en el menor tiempo posible pasa por tocar el bolsillo de las grandes empresas, muchas de las cuales (sobre todo la industria petrolera) son directamente culpables de las alarmantes cuotas de emisiones contaminantes que los países se esfuerzan por paliar.
Impuesto del 15%
El acuerdo final para que se cree una tasa impositiva mínima global entre los países del G20 incluye que dicho impuesto alcance el 15%, una cifra que bascula entre la tasa irlandesa actual (del 12,5%) y la que propone Estados Unidos, del 21%.
La secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen, ha sido quien más ha impulsado la puesta en marcha un impuesto especial para las grandes empresas alrededor de todo el mundo, y abrir así el camino para equiparar y actualizar de una vez las reglas tributarias internacionales por primera vez en muchas décadas.
Lo que persigue el G20 (los veinte países más industrializados y ricos del planeta) es que las mayores corporaciones del mundo se impliquen financieramente en la transformación ecológica y la transición energética, y la creación de modelos económicos y productivos verdes se produzca de mejor y menos traumática forma posible.
No obstante, desde Tax Foundation, una organización internacional que estudia la financiación y consecución de proyectos de beneficio global a través de los impuestos, aseguran que todavía no está claro si el impuesto que prescribe el G20 sería prescriptivo o vinculante, y si los distintos países podrían crear a su vez tasas paralelas para pequeñas y medianas empresas que operen dentro de su territorio.
Gran carga fiscal
El principal argumento de las grandes corporaciones en contra de este impuesto es que, según ellas, estarían recibiendo un trato injusto con respecto a otras empresas, ya que solo por operar a través de las fronteras de diversos países tendrían que soportar una carga fiscal mayor.
El gran ideólogo de esta idea ha sido Estados Unidos. La Administración del nuevo presidente, Joe Biden, pretende aumentar los impuestos corporativos hasta el 28%, por eso propone que en el resto del planeta el mínimo sea del 21%. Sin embargo, hay bastante pesimismo en torno a esta idea, ya que la mayoría de analistas consideran que el 21% es un porcentaje demasiado alto, y sería muy difícil aplicarlo en la zona euro sin que la mayoría de las grandes empresas protestasen enérgicamente.
Hay que tener en cuenta que el porcentaje medio de impuesto de sociedades que pagan los países integrantes del G20 es del 23%, por lo que un añadido del 21% contaría con severas críticas y rechazos.