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¿Puede tu empresa sacarte del ERTE para hacerte un ERE?

El inminente fin de los ERTE suscita preguntas como esta en empresas y trabajadores.

Presentados y aplicados como la medida estrella para combatir las consecuencias económicas más urgentes de la pandemia de coronavirus, los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (los conocidos popularmente como ERTE) llevan más de un año ayudando a los trabajadores que han visto forzosamente interrumpida su actividad laboral por las restricciones derivadas del virus.
En concreto, desde que se inició la pandemia, casi un millón de empleados se han beneficiado de esta medida extraordinaria, creada para dar soporte económico a aquellas personas y empresas que han tenido que reducir su actividad por culpa del virus.
Sin embargo, ahora que las restricciones se relajan y todo empieza poco a poco a volver a la normalidad, son muchos los que se preguntan qué ocurrirá con sus puestos de trabajo una vez que los ERTE dejen de aplicarse, o una duda también muy común: si la empresa puede anular el ERTE de un trabajador y hacerle un ERE.

Los tribunales son los que deciden

El pasado enero, el Gobierno blindó los ERTE hasta el próximo 31 de mayo, pero más allá de esa fecha no se sabe si volverán a prorrogarse o, como la economía empieza a recuperarse y se está volviendo poco a poco a la normalidad, se suprimirán definitivamente.
Una de las garantías que tienen los trabajadores es que las empresas están obligadas a mantener el empleo durante los seis meses posteriores a la reanudación de su actividad, excepto aquellas que se encuentren en concurso de acreedores. Además, está contemplado que ni las causas de fuerza mayor, ni las técnicas, organizativas, productivas o económicas (siempre dentro de los perjuicios causados por la Covid) están consideradas como causas que justifiquen un despido.

Pero ¿puede la empresa pasar del ERTE al ERE?

Puede, pero siempre serán los tribunales quienes decidan en cada caso concreto. Aunque la legislación que ampara los ERTE tiene diversos mecanismos para proteger a los trabajadores, la última palabra la tienen los jueces, que tendrán que revisar cada caso de manera individual para ver las peculiaridades.
Desde luego el asunto no es para nada sencillo. Es cierto que el Gobierno ha dispuesto medidas para tratar de minimizar el fortísimo impacto económico que está teniendo la pandemia, pero las medidas no son para siempre, y ahora que empieza a reanudarse la actividad, las dudas se ciernen sobre cientos de miles de trabajadores.
La principal diferencia entre un ERTE y un ERE es que el segundo supone un despido, y la ley ya se ha pronunciado sobre eso, anulándolo siempre que sea por causas causas técnicas, organizativas, económicas y productivas relacionadas con la pandemia. Además, si la empresa que hace el ERE ha incumplido la obligación de mantener el empleo durante seis meses tras la reanudación de la actividad, podrían retirársele todas las ayudas percibidas cuando se acogieron a los ERTE.
Pero en esto también hay excepciones. Si la empresa ya se encontraba en concurso de acreedores cuando empezó la pandemia queda exenta de cumplir con estos requerimientos. Lo mismo ocurre si el despido es procedente. El mayor problema se encuentra en el campo interpretativo de las medidas, o si las causas por las que la empresa se acogió al ERTE difieren de las que arguye para aplicar un ERE.

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