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¿Qué es la Tasa Tobin a las grandes fortunas?

Inspirada en Robin Hood, la idea original sobre la Tasa Tobin pretende gravar todas las transacciones de divisas entre países y donar la recaudación a las naciones menos desarrolladas.

La expansión y el desarrollo de la globalización ha tenido numerosos efectos en las sociedades, pero sobre todo en las economías a escala micro y macro. Uno de esos efectos es la desigualdad, que los estados pretenden paliar aplicando medidas como la Tasa Tobin.
Cuando los tipos de cambio fijos bajo el sistema de Breton Woods fueron reemplazados en 1971 por los tipos de cambio flexibles en, hubo un movimiento masivo de fondos entre diferentes monedas que amenazó con desestabilizar la economía. Además, el aumento de la especulación a corto plazo alentado por la naturaleza del mercado libre de divisas aumentó los costes económicos que aplican los países que intercambian divisas.

Inspirada en Robin Hood

La Tasa Tobin, propuesta por James Tobin un año después, en 1972, busca mitigar o eliminar estos problemas. Este polémico impuesto ha sido adoptado por varios países europeos, con el aval de la Comisión Europea para desalentar la especulación en el cambio de divisas a corto plazo y estabilizar los mercados monetarios.
Por lo tanto, la Tasa Tobin es un impuesto sobre las conversiones de divisas en efectivo que se propuso originalmente con la intención de penalizar dicha especulación cuando se producen cambios de moneda.
En lugar de un impuesto al consumo aplicado a los consumidores, esta tasa estaba destinada a al sector financiero como un medio para controlar la estabilidad de la moneda de un país concreto. Hoy en día se la conoce más formalmente como impuesto a las transacciones financieras (ITF), y menos formalmente como impuesto Robin Hood.

Una tasa controvertida

Según el propio James Tobin, para que funcione con eficacia, la tasa debería adoptarse a nivel internacional y ser uniforme; y las ganancias deberían donarse a los países en desarrollo. Aunque Tobin sugirió que el impuesto no superase el 0,5% de cada transacción, otros economistas posteriores propusieron reducir o ampliar el gravamen, que oscilaría entre el 0,1% y el 1%. Pero incluso a una tasa baja, si todas las transacciones financieras que se realizan a nivel mundial estuvieran sujetas a este impuesto, se podrían recaudar miles de millones.
La intención original de imponer el impuesto Tobin ha sido sesgada a lo largo de los años por los diferentes países que lo implementaron. Si bien la tasa propuesta por Tobin sobre los cambios de divisas tenía como objetivo frenar los flujos de capital desestabilizadores a través de las fronteras, ahora algunos países la imponen como un medios de generar ingresos para fomentar su propio desarrollo económico y social.
En 2013, Italia adoptó la Tasa Tobin, no porque se enfrentase a la inestabilidad del tipo de cambio, sino porque afrontaba una crisis de deuda con una economía poco competitiva y un sector bancario débil. Al extender su impuesto sobre las transacciones de divisas al comercio, el gobierno italiano buscó estabilizar los mercados, reducir la especulación financiera y aumentar los ingresos.
A pesar de sus buenas intenciones, la Tasa Tobin ha sido controvertida desde que se lanzó como propuesta. Quienes se oponen al impuesto argumentan que eliminaría cualquier incentivo por la obtención de ganancias en los mercados de divisas, ya que creían que disminuiría el volumen de transacciones financieras, lo que ralentizaría el crecimiento económico mundial y el desarrollo a largo plazo.
Por su parte, los defensores aseguran que el impuesto ayudaría a estabilizar la moneda y los tipos de interés, porque los bancos centrales de muchos países no tienen el efectivo en reserva que se necesitarían para equilibrar la liquidación de divisas.

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