Fernández Ordoñez: “Si los bancos fracasan, eres tú quien lo paga”
El exgobernador del Banco de España entre 2006 y 2012 reivindica que sean los bancos centrales los únicos con capacidad para crear dinero. ¿Qué ocurre cuando el Estado tiene que salvar a la banca privada?
Miguel Ángel Fernández Ordoñez fue gobernador del Banco de España entre 2006 y 2012, el periodo de tiempo en que se creó Bankia. Fue secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos en el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ha trabajado en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Conoce bien el sistema desde dentro y en su último libro, Adiós a los bancos, propone un cambio de paradigma total, que compara con la revolución sufragista de los siglos XIX y XX. Pero aplicado a los bancos.
¿Qué sentido tiene que existan el Banco de España y el Banco Central Europeo (BCE) al mismo tiempo?

Miguel Ángel Fernández Ordóñez y Muy Negocios y Economía
Los bancos centrales –entre ellos el Banco de España- tenían una tradición histórica muy importante y cuando se formó el BCE en 1998, se decidió mantenerlos para que este siguiese en contacto con los diferentes países. No podían cargárselos, las transiciones son más suaves. Y, aunque podían haber dejado de existir, en política se llega a esta clase de acuerdos. Pero funcionan casi como delegaciones; los verdaderamente importantes son sus gobernadores, porque ellos son miembros del Consejo de Gobierno del BCE.
¿Diría entonces que tienen una finalidad más simbólica que operativa?
No, porque hacen bastantes cosas. El Banco de España supervisa a las empresas pequeñas, pero también juega un papel esencial como asesor de políticas económicas. Dice lo que cree que se debe hacer. Recientemente, lo ha hecho con respecto al salario mínimo, por ejemplo.
¿Cuál es el papel de los bancos privados?
Los bancos privados realizan cierto tipo de actividades importantes, como dar préstamos a las PYMES o familias, o los servicios relacionados con el sistema de pago. Pero además, en contra de lo que cree la mayoría de la gente, son quienes crean el dinero. Lo hacen a través de los depósitos bancarios y se trata de un dinero muy frágil, porque en realidad no está depositado, sino invertido. Así que si sus inversiones van bien, es estupendo; pero si van mal, luego los bancos no pueden devolver ese dinero y llegan los problemas. De hecho, no deberíamos llamarlos “depósitos”, sino “préstamos invertidos con posible riesgo de no devolverse”.
En el siglo XIX ya ocurría algo parecido, por eso estas entidades quebraban todo el tiempo. Ahora no lo hacen porque, al haber crisis continuamente, el Estado se ha dado cuenta de que sería peligrosísimo dejar que eso sucediera y se ha decantado por protegerlos con el dinero del contribuyente. Por eso, tras la crisis de 2008, no ha quebrado ningún banco. Además han montado una regulación monstruosa en relación a esto, porque al ser luego tú quien paga si fracasan, tampoco se les puede dejar hacer lo que quieran.
¿Cuál es la alternativa entonces?
Que la creación del dinero dependa del Estado, en este caso, del BCE. Un billete público nunca quiebra: si lo guardas durante tres años, continúa valiendo los 50 ó 100 euros que valía. Es dinero seguro. La política monetaria en un sistema público es más sencilla: pueden meter dinero en las cuentas corrientes de la gente para que se lo gasten o lo inviertan inmediatamente sin necesidad de endeudarse. Y a los bancos privados se les podría retirar toda esa protección, porque son el sector más protegido de la economía. En los fondos de inversión o en la Bolsa, cuando hay caídas espectaculares en las que miles de personas se endeudan, nadie les socorre. Pero esas personas han decidido dónde invertir: si ganan dinero, se lo llevan y, si lo pierden, lo pierden. Los bancos, si ganan dinero, se lo llevan, pero si lo pierden, paga el contribuyente, aunque no había decidido meter su propio dinero en ninguna parte.
¿Qué margen de maniobra tiene ahora la política monetaria?
Ahora mismo, los bancos centrales solo pueden subir y bajar el tipo de interés. Se supone que, al bajarlo, los bancos prestan dinero, y que al subirlo, no lo prestan. Pero en la última crisis se vio que continuaron haciéndolo a pesar de dominar el tipo de interés, metiéndose en una burbuja que estalló en 2009 y que la política monetaria no pudo controlar. Con la recesión, los bancos centrales querían que se crease más dinero para animar la economía, pero los privados no podían seguir prestando porque todo el mundo estaba hasta arriba. Para crear dinero, tienen que crear deuda a la vez.
Tras la crisis, ¿cómo ha repercutido en la economía española su entrada en el euro?
Ha hecho que el ajuste fuese más complicado el ajuste tras la crisis. Estoy convencido de que, de haber tenido hasta el 2008 un Banco de España y una peseta, este habría frenado la subida de precios. Pero como para entrar en el euro había que hacer un solo tipo, en España creció el crédito de forma espectacular. Antes, la opción habría sido devaluar la moneda –que en el fondo es bajarle el salario a la gente sin que se entere-, pero como no se podía, se bajaron los salarios directamente. Al no haber flexibilidad laboral, esto chocó con muchos convenios sectoriales y lo que terminó ocurriendo es que se fue mucha gente a la calle. Pero eso no fue un problema del euro. De hecho, el euro ha dado estabilidad a los empresarios y a quienes quieren invertir en España, porque saben que no se va a haber devaluaciones. Teniendo sus costes, ha sido un buen negocio.