La Navidad para las madres, sinónimo de trabajo invisible y gratuito
Con las fiestas navideñas llegan los eventos, las reuniones familiares, los reencuentros y las grandes comidas y cenas. Pero, ¿quién se encarga de sacar todo este trabajo de cuidados adelante?
Es 24 o 31 de diciembre y en casa de Conchi 12 personas se sientan a la mesa para compartir en familia la cena de Nochebuena. Se trata de uno de los momentos más esperados del año porque quienes viven fuera de la ciudad o los que apenas suelen tener tiempo por trabajo u otros motivos consiguen reunirse para disfrutar unos de otros. Pero todo banquete requiere de unos preparativos por los que Conchi, como tantas otras madres y mujeres, solo recibe parabienes.
Al juntarse tanta gente -hijos e hijas, sus parejas e incluso una nieta ya- Conchi lleva más de una semana planeando el abundante menú con el que contentar a todos. Ella misma cuenta que es importante pensar muy bien qué se servirá en una fecha tan señalada, teniendo en cuenta a cada invitado y sus manías. Al final hay de todo, “para que guste a la mayoría”: marisco, embutido, ensalada, consomé, crema, pescado, carne y sus respectivas guarniciones. El postre es lo único cuya preparación no ha corrido a su cargo: su hijo pequeño ha sido por primera vez el artífice de una tarta de tres pisos con bizcocho y chocolate.
Sin embargo, por lo demás es ella la que se ha encargado de todo: planificación, comprar los alimentos pertinentes, controlar lo que faltaba y lo que no, dar indicaciones a su marido y sus hijos para solventar baches de última hora y cocinar todos los platos. Al final, lo que menos tiempo le ocupa es la ejecución en sí. La carga mental, el estar pendiente de que todo salga bien, resulta el trabajo más arduo.
Esta escena se reproduce cada Navidad en millones de hogares españoles en los que madres y abuelas son quienes asumen el gran volumen de los cuidados que implica sacar adelante las fiestas. En Nochebuena, cenar en casa sigue siendo una de las opciones favoritas de los españoles. Y en el interior de los hogares, aunque algunas cosas estén cambiando, continúan reproduciéndose desigualdades vinculadas a los roles de género tradicionales.

cenas navidad
Los números de la desigualdad
En el Monográfico de Navidad de 2007 del Observatorio de Consumo y la Distribución Alimentaria del Ministerio de Agricultura –el último elaborado- todas las personas que participaron en las reuniones de grupo eran mujeres caracterizadas por “ser las responsables de realizar la compra en el hogar”. Muchas declaraban planear la compra de algunos productos como el pescado o el marisco con hasta dos semanas de antelación, volviendo más tarde a por alimentos que no requiriesen ser congelados.
La Encuesta de Empleo del Tiempo 2009-2010 del Instituto Nacional de Estadística (INE) mostraba asimismo que, de media, a lo largo del año las mujeres dedicaban 1 hora y 24 minutos a las labores culinarias, mientras que los hombres únicamente les destinaban 26 minutos. Y según la Encuesta de Calidad de Vida 2016 de Eurofound, en España eran 20 horas semanales las que ellas pasaban cocinando o haciendo labores domésticas, frente a las 11 horas de ellos. Conchi, por Nochebuena sólo a cocinar ha dedicado alrededor de 5 horas, sumadas a otras dos horas extra para hacer la compra y las invertidas en pensar el menú.
Cuenta que, por su parte, el papel de su marido con motivo de esta celebración se centra en hacer de relaciones públicas, “de anfitrión”. “A la mañana siguiente madruga, como yo, y limpiamos entre los dos”, narra esta madre y abuela de familia numerosa. “Con los años ha habido más colaboración, pero también es cierto que él ahora dispone de más tiempo: ha habido épocas en las que sólo descansaba los domingos por la tarde”, expone. En su familia, como en muchas en España, es él quien trabaja fuera y ella lleva casi tres décadas ejerciendo de ama de casa. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2018 del total de personas que permanecen inactivas por cuidar a niños y niñas o adultos dependientes, el 94,3% eran mujeres. Y el 96,2% de quieres trabajaron en algún momento a tiempo parcial por ese motivo durante el mismo periodo también eran mujeres.
Y es que como explica la investigadora y escritora María Pazos Morán, especializada en Economía Feminista, “el peso fundamental del trabajo de cuidados sigue recayendo sobre las mujeres”. Esto sucede a consecuencia de “la división sexual del trabajo”, que perpetúa que “los hombres están acostumbrados a ser los principales proveedores en casa, mientras que las mujeres participan en el empleo de una forma mucho más eventual, mientras no haya nadie a quien cuidar en la familia”, desarrolla la experta.
Pazos afirma que, además, “la carga mental que suponen la logística y organización de los cuidados es permanente, pero se agudiza en Navidad”. Añade que es también ésta la época en que se hace “más visible”, porque el resto de la familia “les da las gracias por lo que hacen”. “En el día a día también ocurre, pero ni se ve ni se agradece”, insiste.
El precio de una Navidad feliz
Durante las navidades, a la vez que se acentúa aún más el trabajo de cuidados cotidiano, invisible y sin remunerar en el ámbito privado, todos los precios del consumo en el ámbito público -especialmente en el sector gastronómico- llegan a incrementarse hasta en un 500%. Por una cena de Nochebuena o Nochevieja fuera de casa, plataformas como Eltenedor.es muestran que, en ciudades como Madrid, muchos restaurantes con precios medios de entre 15 ó 20 euros ofrecen menús especiales para la ocasión por más de 60 e incluso superando los 100 euros por comensal. En otros de corte más gourmet, el coste de una cena para esas noches propasa fácilmente los 200 euros por persona. Además, en diciembre abundan las cenas y comidas de empresa, por las que los propios trabajadores pagan al menos unos 20 euros por cabeza.
Los caterings por encargo también han proliferado en los últimos años y suelen tener precios mínimos de 15 o 20 euros por cubierto. En los últimos años, su popularidad ha ido en aumento porque evitan a la familia tener que ir al supermercado y e invertir tiempo en preparar la comida. Aun así, por esos precios no solucionan otro de los problemas que comúnmente achacan a las mujeres durante la celebración: tener que pasarse el encuentro poniendo y quitando platos, fuentes, recogiendo vasos y cubiertos, yendo a buscar más bebida o toda la limpieza de después.
Es casi como si una sola persona realizara el trabajo de una chef, una camarera y una asistente al mismo tiempo. Y así, mientras el resto de los invitados disfruta, ellas, ¿logran descansar y divertirse? Con motivo de la Navidad de 2016, se viralizaba en redes sociales un vídeo de la revista digital Locas del Coño que ironizaba sobre esta dinámica a través del denominado “sentador de madres”. Un producto ficticio que mantendría a la madre sentada a la mesa durante toda la noche sin tener que estar pendiente de lo que hacía falta al resto. La idea era concienciar sobre lo fundamental que resulta la implicación de todos los miembros de la familia.
Y es que aunque cabría preguntarse, cuánto podría llegar a cobrar cada una de estas mujeres durante la Navidad por todas las actividades que asumen casi en solitario, Pazos, critica que “esos ejercicios que traducen a una cuantía monetaria lo que costaría el trabajo de cuidados cumplieron en su momento la función de visibilizarlo, pero en realidad la corresponsabilidad es la única solución para acabar con esa brecha entre hombres y mujeres”. Por eso su conclusión es clara: “Lo que hay que hacer es poner las condiciones necesarias para no llegar a la próxima Navidad con este panorama de desigualdad”.