'Trading' Social: ¿por qué decidí invertir fuera del circuito tradicional?
¡Porque ya era hora! Desde que llegó la Nueva Economía a nuestras vidas han sido muchos los sectores económicos y sociales que han sufrido un profundo cambio de paradigma, eso que llaman disrupción.
La disrupción no es otra cosa que romper con los viejos modelos de funcionamiento para recomenzar con algo nuevo -una nueva forma de hacer, una nueva tecnología, etcétera- que pone patas arriba a todo un sector. Nuevas ideas que brotan con la esperanza de que dicho sector aporte mucho más, pero, sobre todo, extendiéndose para muchos más.
Unos sectores más que otros se han resistido al cambio, aferrándose a unas barreras de entrada muchas veces ilusorias con la única intención de proteger buena parte de su negocio tradicional. Y ya que miramos a través de este prisma, quizás, el sector más reacio y emblemático, por volumen y por historia, sea el sector financiero, concretamente el de la inversión directa en los mercados financieros.
Pues bien, probablemente, ya estemos asistiendo durante esta década y la que viene a los años más álgidos de su cambio y transformación, gracias a la irrupción de las llamadas fintechs, esos nuevos jugadores que vienen apretando a los grandes actores del sector y aportando nuevas soluciones a muchos y variados asuntos financieros.
El sector financiero sigue siendo lento y ha jugado siempre con esas barreras de entrada. Que son, cuanto menos, curiosas. La más importante es la que denomino la de “la complejidad y los palabros”. Una complejidad a veces figurada y explotada, con muchos anglicismos de por medio, que se aprovecha de ese gran vacío de educación financiera del público general. Yo hice la EGB, el BUP y el COU y, pese a tantas siglas, no recuerdo que por allí hubiese nada de economía, de mercados, de financiación, de ahorro, de inversión… . De ninguno de esos conocimientos básicos para desarrollar una vida con suficiente consciencia financiera.
Sin embargo, en la actualidad, gracias a Internet y a muchas buenas iniciativas se está hablando cada vez más de Educación Financiera. Lo escribo con mayúsculas porque creo que ya es hora de introducirla, de una vez por todas, en el sistema educativo al mismo nivel que cualquier otra materia troncal.
Ahora llegamos al caso concreto de la inversión directa en los mercados que, además de la barrera de la complejidad, muestra un cierto tipo de “reservado el derecho de admisión”, beneficiando a los grandes clientes que cuentan con la información, los instrumentos y la anticipación. Una suerte de estatus vip delimitado según el patrimonio del cliente o exigiendo inversiones mínimas para acceder a algún producto o fondo o simplemente incluso a un nivel de asesoramiento que esté por encima de la media
Pues bien, el trading social llegó de la mano de la Nueva Economía y con él, una nueva forma de invertir. O. mejor dicho, un nuevo espacio para invertir sin contar con intermediaciones innecesarias y eliminando muchas de esas barreras de entrada.
Así, todo eso queda sustituido por la inteligencia colectiva para crear un nuevo entorno de inversión directa en los mercados, accesible para todos, más amigable, más transparente y en comunidad, como no podía ser de otra forma.
El viejo mundo de la inversión ya ha cambiado. El trading social ofrece un nuevo entorno en el que cualquier persona puede beneficiarse de los mercados financieros, siguiendo, aprendiendo y replicando los resultados de otros. Un entorno en el que cualquier persona con talento, con pasión, con conocimiento y con ganas, puede crear su propio negocio financiero global a la misma altura que cualquier otra propuesta tradicional, pero poniendo cara y ojos a una relación directa entre el inversor y el gestor de una cuenta de inversión, cosa que nunca antes había sucedido.
Por todo eso, porque simplemente pienso que este nuevo entorno es mucho mejor para todos, me he pasado a este lado.