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Humanismo ágil: como usar el impulso de las personas para prepararse ante una posible crisis económica

En los últimos meses y desde diferentes sectores empieza a hablarse de una nueva crisis económica cuando aún no hemos olvidado la de 2008. Un eco que se agrava por la situación sociopolítica en la que nos encontramos

Estas crisis periódicas se han convertido en grandes viveros de ideas y oportunidades para las personas que han sabido aprovecharlas y que han visto las oportunidades donde otros solo veían problemas. Cabify, Netflix o Glovo son claros ejemplos.
En esta situación de incertidumbre, un nuevo concepto toma relevancia: el “Humanismo Ágil”, en el que las personas son las protagonistas, convirtiéndose en el motor del cambio, liderando un proceso de adaptación y superación de los problemas o las necesidades concretas de los clientes de cada empresa, de abajo arriba en el organigrama, en lugar de arriba abajo. Se trata de un nuevo paradigma que sitúa a los profesionales ante nuevos retos, donde los líderes deben estar dispuestos también a recibir aportaciones (no solo vale "nuestra idea") que hagan mejorar el entorno porque las organizaciones son más ágiles.
El Humanismo Ágil se mueve en torno a 3 movimientos:

1.- Profesionales más ágiles y flexibles

La agilidad se enfrenta a planificación rigurosa y largoplacista en base a datos existentes. Cuando nos marcamos un gran reto, debemos conseguirlo a través de pequeñas acciones que, mediante prueba y aprendizaje, nos permitan mejorar. Cada pequeño gesto nos hace avanzar. Puedes dar grandes zancadas, no siempre acertadas y, por tanto caras, o muchos pequeños pasos ágiles que te permitan progresar de forma segura.
Este método, que tiene sus orígenes en la teoría de la mejora continúa (que en japonés denominan Kaizen), y que aplicaron grandes empresas como Toyota o Sony, provoca que tu negocio sea mejor que ayer pero peor que mañana.

2.- Nuevos entornos con mentalidad ágil

Sólo las mentes ágiles, en entornos propicios, encuentran soluciones diferentes, capaces de introducir modificaciones. Adaptarse a las nuevas necesidades, mejorar o cambiar son senderos que corren en paralelo a la innovación. Este término, malinterpretado en ocasiones por las empresas, supone una nueva actitud ante la vida: eso si no debe planificarse de modo rígido, sino que debe ser flexible y ágil, pues es imposible planificar que oportunidades o necesidades se generarán y habremos de satisfacer el próximo trimestre o el año que viene.

3.- Visión a largo plazo

Las empresas más innovadoras no diseñan una hoja de ruta a largo plazo, aunque sí tienen visiones a largo plazo. La clave de su éxito es que van añadiendo mejoras continuas que satisface paulatinamente las nuevas necesidades y les hacen crecer día a día. Para poder afrontar y salir de una crisis con éxito toda organización tiene que aprender a descubrir cuáles son sus limitaciones y averiguar cómo cambiar, ágilmente, esas pequeñas piezas que no funcionan para seguir avanzado.
Toyota, hace más de 20 años, visionó que el futuro no sería con vehículos de motores de combustión interna (gasolina o diésel), sino que serían vehículos limpios. Con esa gran visión fue el primero en lanzar Prius en 1997, su modelo híbrido pionero. Sucesivas versiones han ido mejorando la eficiencia del vehículo, y a partir de aquí creó un nuevo segmento, que otros fabricantes rápidamente copiaron y otros mejoraron radicalmente.
Esta teoría confirma que es mejor combinar visiones radicales y micro pasos muy ágiles que se adapten a las reacciones de los clientes y las tendencias, que apostar por grandes estrategias. Y es que nadie sabe quién será el próximo competidor que te cambiará las reglas de juego.
¿No debería haber sido, por ejemplo, Disney el que lanzara Netflix, o el gremio de taxis el que lanzara Cabify? Para una estrategia ágil, hace falta involucrar a todos los colaboradores. Y esto es en definitiva lo que hemos definido como el “Humanismo Ágil”. Pero ante todo, hay que tener en cuenta que o eres ágil o quizás la próxima crisis (o ralentización de la economía) puede que te saque del mercado.

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