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BME: la pérdida del monopolio lleva al matrimonio

Bolsas y Mercados Españoles (BME) se ha convertido en objeto de deseo y próximamente acabará en manos de otro operador de mercados financieros.

Sobre la mesa hay una oferta de la suiza SIX, pero hay muestras claras otras compañías, como Euronext, sociedad que gestiona las bolsas de París, Bruselas, Ámsterdam, Lisboa, Dublín y Oslo. BME acabará aceptando la mejor oferta porque lo que a estas alturas parece claro es que va a tener difícil encontrar un precio mejor y, sobre todo, su viabilidad en solitario es cada día más discutible.

En 2007, la legislación europea quitó a BME el monopolio que tenía de la intermediación de la negociación de acciones españolas. En los primeros años resistió bien, pero doce años después la realidad es que ha perdido un 30% de la cuota de mercado a pesar de haber bajado precios.

Las plataformas alternativas (Chi-X, Bats, Turquoise y AQXE) suman ya el 24% de la negociación del IBEX y se van hasta el 30% si se suma toda la operativa de los mercados. La operativa se está desplazando a estas plataformas porque son más baratas y, además, son más eficaces en algún tipo de producto y desde la misma plataforma puedes comprar en diferentes mercados.

Para defenderse de esta tendencia, BME entró en una dinámica de reducción de precios en un intento de recuperar cuota de mercado y volumen de ingresos. Bajó a la mitad lo que cobra por las emisiones de renta fija, después redujo los cánones que cobra por la compra y la venta de los valores más líquidos.

Sin embargo, no parece que la sangría se detenga. Las plataformas con las que compite son muy ligeras de costes y muy ágiles copiando las tarifas, algo que lo que se queja la propia BME, a la que van llevando del ronzal por la senda de cada día un poco peor que el anterior.

La tarta cada vez es más pequeña

En 2018, BME registró unos ingresos totales de 304 millones de euros, con un descenso del 4%. Casi la mitad de estos ingresos proceden del negocio de renta variable, que aportó 129 millones y que cae a tasas de más del 10%. El resultado final es que el beneficio neto cayó un 11%, hasta 136 millones. En un contexto así es poco justificable que la plantilla aumente de 755 a 770 empleados y que los costes operativos aumenten un 7,4%.

A BME le pasa como a tantos otros negocios, en los que la tarta cada vez es más pequeña y hay que hacer más porciones porque el número de invitados a la mesa no para de aumentar. Además, son comensales que son capaces de operar con menos calorías (tienen estructuras más livianas que les hacen más competitivos) y comen de muchas tartas (están en muchos mercados).

Por tanto, parece evidente que BME acabará cambiando de dueño en los próximos meses, en una operación que va a rondar los 3.000 millones de euros, que no está nada mal. Esto quiere decir que la mayor parte del accionariado va a salir muy bien parada, especialmente Corporación Financiera Alba, la sociedad de cartera controlada y gestionada por la familia March, que posee el 12,5% del capital de BME.

También le va a salir muy bien al presidente de BME, Antonio Zoido. Según reza en la memoria de la compañía, percibirá 2,2 millones de euros (el sueldo fijo de tres años) por dejar el cargo de manera involuntaria. El CEO, Javier Hernani, percibiría, si prescinden de él, dos anualidades de fijo y variable (1,56 millones de euros) o la indemnización legal por despido improcedente, la mayor de las dos.

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