Frente al 'Art Decó' y los excesos de la época de oro del siglo pasado, la joyería de nuestra era dorada es minimalista y está caracterizada por las líneas suaves.
Los años 20 del siglo pasado se han encumbrado en nuestra imaginación como adalid de la estética idealizada, del brillo, el color y la dosis justa de decadencia que requiere la romantización de las épocas pasadas. Envueltos en humo y al ritmo del jazz, los días de la gran era dorada se caracterizaron por el papel central que desempeñó su estética inconfundible, en la que joyería y complementos se convirtieron en una pieza clave de la misma.
Estos días, muchos han sido quienes embriagados por la nostalgia han querido recrear el ambiente cargado, festivo y hedonista de la década que ahora cumple ni más ni menos que 100 años, inundando las redes sociales con fotos en las que aparecen ataviados como si de una reunión en la casa del gran Jay Gatsby se tratase. Pero los disfraces, disfraces son, y la realidad demuestra que la tendencia joyera en la actualidad dista mucho de la de aquel entonces.
Frente al auge de las artes decorativas y los detalles minuciosos, las inspiraciones arquitectónicas de líneas geométricas y ángulos perfilados y los excesos de brillo y plumíferos, las joyas que protagonizan esta nueva década son de corte minimalista, pequeñas y de líneas suaves y redondeadas.
Eso sí: lo centelleante sigue presente, aunque reinventado. El color dorado y las perlas han vuelto a adquirir protagonismo en las últimas temporadas y pinta a que este 2020 inaugura una nueva época esplendorosa en la que la estética, más asequible, democratizada y al alcance de la mayoría que antaño, vuelve a flotar en la atmósfera.
PDPAOLA
Los pendientes AISHA de PDPAOLA con circonitas y bañados en oro de 18 K poseen ese toque renovado y minimalista a la vez que destacan por el brillo inolvidable de los felices años 20 y por la fina longitud que alarga el cuello en cualquier corte a lo garçon. Son un ejemplo perfecto de cómo glamour y modernidad quedan recogidos en una sola pieza. (105 euros)
María Pascual
El ETERNITY BRACELET de María Pascual es pulsera rígida de silueta única y redondeada y un acabado con textura que potencia sin límites su esplendoroso tono dorado. Como todas las joyas de la firma española, está hecho a mano y tiene un baño de oro de 18/23 K. (75 euros)
Thomas Sabo
Este anillo de cóctel con piedras de colores talladas y engastadas a mano sobre su estructura bañada en oro de 18 K es Thomas Sabo. Podríamos imaginarlo perfectamente sobre el dedo anular de Zelda Fitzgerald en cualquiera de los festejos neoyorkinos a los que el matrimonio de escritores tenía a sus amistades acostumbradas. (139 euros)
Pedrusco
Los broches fueron uno de los complementos insignia de la década más estilosa del siglo XX. Esta versión de la diseñadora Irene Trincado, que elabora desde su taller en Bilbao sus joyas artesanales, es perfecta para hacerlos aterrizar en la moda contemporánea. Está hecho de cerámica y bañado en oro de 18 K. (70 euros)
MIU MIU
Las diademas se convirtieron en el complemento estrella de 2019 y todo apunta a que continuará siendo así en el comienzo de la nueva década. Las bandas sobre la frente son un recurso inmediato para cualquiera que se disfrace o simule la estética americana de los felices veinte. Ahora, la pieza descansa sobre el pelo, pero con la DIADEMA SOLITAIRE de MIU MIU podemos recurrir a las perlas y los cristales con los que darle un toque de charlestón cabaretero. (270 euros)
ARISTOCRAZY
Sin abandonar las perlas, que entonces envolvían los cuellos y caían sin medida sobre el pecho de quienes las portaban, las trasladamos hasta el modelo más comercializado de los últimos años en el sector de la joyería: los pendientes de aro. Estos pertenecen a la Colección Gea de ARISTOCRAZY, están bañados en oro de 18 K y cuentan con hasta veinte perlas blancas de 3 mm. (199 euros)
GUESS
Los relojes de inspiración vintage están a la orden del día y ni los digitales ni los teléfonos móviles han conseguido hacerle sombra a los analógicos de toda la vida. Este de GUESS es de acero inoxidable y tiene tanto la correa como la caja de color oro roja. Los detalles brillantes ayudan a ponerle un poco de excentricidad a la sobriedad de la malla y a sus líneas nada esquinadas. (199 euros)
TOUS
Los chokers han despuntado en momentos muy dispares del siglo XX y ahora están viviendo un apogeo indiscutible. El Burlesque queda tamizado de simplicidad y elegancia con esta gargantilla de TOUS de oro amarillo de 18 K con estrella, oso y corazón de oro blanco de 18 K con diamantes. Un capricho de los de verdad. (795 euros)
APODEMIA
El ANILLO TURA MALI EMERALD de APODEMIA es como lograr traducir el Art Decó más geométrico y colorido del París bohemio en los diseños actuales sin faltar a ninguna de ambas cosas y haciéndolas fluir perfectamente entre sí. La piedra verde en forma de baguette rodeada de circonitas descansa sobre un engarce bañado en oro de 18 K. (89 euros)
CELINE
Los PENDIENTES EDWIGE de CELINE son el claro ejemplo de cómo la bisutería puede no tener nada que envidiarle a una joya. Y es que, aunque fabricados con latón y cristales, su espectacular caída en cascada diseñada para envolver por ambos lados el lóbulo de la oreja, posee tanto glamour que podría hacerle olvidar a cualquiera la reinstauración de la Ley Seca. (590 euros)