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Un viaje por la historia de los coches automáticos

Los coches automáticos surgieron en sus inicios como una alternativa excepcional al cambio manual, pero con el tiempo se han convertido en una posibilidad que facilita la vida al conductor, y que cada día gana más adeptos.

Seguro que si ahora te propusiéramos adivinar en qué siglo se inventó la primera caja de cambios del mundo, tu respuesta no sería precisamente esta: en el siglo XV, Leonardo Da Vinci construyó algo parecido a una caja de cambios. El florentino inventó un cambio de velocidad compuesto por dos piezas, una cilíndrica y otra cónica, que mediante una serie de engranajes convertía el mecanismo en un cambio de velocidades. Definitivamente algo muy ingenioso para la época en la que vivió.
Sin embargo, el primer cambio automático como tal fue diseñado por el francés Louis Bonneville a principios del siglo XX, concretamente en el año 1903. Tuvo que esperar unos treinta años para ver cómo su invento empezaba a ser utilizado por General Motors, que diseñó un sistema de cambio rápido de velocidad y lo introdujo en varios de sus vehículos. Ya en la década de los 40, la compañía instaló en sus modelos el primer cambio automático con cuatro posiciones; mientras otros constructores –también estadounidenses– empezaron a utilizar este tipo de cambio, siendo los primeros en darle importancia a la comodidad del conductor al volante. A partir de ese momento, durante las décadas siguientes, el uso del cambio automático comenzó a extenderse por varios países, aunque sin sufrir demasiadas variaciones técnicas.
A partir de los años 80, y sobre todo durante los 90, ya empezaron a darse cambios significativos. Pero ha sido más durante estos últimos años cuando las cajas automáticas han evolucionado en mayor medida, dejando de ser solamente mecánicas para dejar paso a unos cambios totalmente dominados por la tecnología. Estos avances han permitido que ahora contemos con cajas secuenciales capaces de realizar múltiples cambios sin tanto esfuerzo, y a más velocidad. Además, ya no son solo los coches los que ofrecen esta posibilidad, sino que otros vehículos como los camiones y los  autobuses también gozan de esta gran herramienta.
Lo que está claro es que este sistema ha logrado facilitar el día a día del conductor, convirtiendo la conducción en algo mucho más relajado y placentero. No obstante, pese al gran crecimiento que han demostrado los automáticos durante la última década, su demanda sigue siendo más baja en nuestro país que en muchos otros, siendo los vehículos de gama alta los que cuentan con una mayor implantación. Pero se prevé que durante los siguientes años continúe esta tendencia al alza, y quién sabe si acabaremos viendo más coches automáticos que manuales en nuestras carreteras.

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