Nos ponemos al volante del Renault Mégane gasolina de 140 CV con cambio automático EDC y acabado ZEN, una combinación a la que cuesta encontrarle alguna pega.
La automoción está viviendo una época de revolución. La electrificación supone un desafío que afecta no solo la propulsión, también las sensaciones de conducción, la seguridad e incluso el diseño final de los coches. Poco a poco, las mecánicas cero emisiones consiguen abrirse camino en el corazón de los más pasionales, aquellos que todavía desean notar las vueltas del motor, las vibraciones e incluso el sonido del escape. Otros, en cambio, prefieren mantenerse en lo conocido y cómodo, sin salirse del ‘como hasta ahora’. Es en ese segmento en el que encontramos opciones como el Renault Mégane TCe gasolina de 140 CV con cambio automático, por su simplicidad, tecnología, coherencia y continuidad. Hemos estado con él una semana y os traemos nuestras impresiones de conducción.
Esta última actualización, que se realizó sobre la base de la generación presentada en 2016, presentó algunos retoques estéticos pero poco más. El cambio significativo llegó en el apartado del equipamiento, que era más cuantioso y avanzado. También aprovecharon los del rombo para introducir su tecnología híbrida enchufable, llamada E-Tech, para competir con rivales como el Seat León, Opel Astra, Kia Ceed e incluso el Peugeot 308. Uno de los principales argumentos del francés es su precio, sobre todo si tenemos en cuenta el nivel de equipamiento tecnológico que incorpora ya de serie.
Si estás pensando en hacerte con uno de estos compactos, bien sea en su versión 5 puertas como en la familiar Sports Tourer, la opción del bloque 1.3 TCe gasolina no debes descartarla desde un principio. Está claro que el futuro deriva de la electrificación, pero los precios son todavía complicados y la gasolina sigue siendo el combustible más recomendable para un uso no intensivo pero sí divertido del Mégane. Con ese bloque tienes tres potencias disponibles, (115, 140 y 150 CV) pero para contar con el cambio automático, un EDC de siete velocidades, tendrás que apostar por los dos más potentes. Es una decisión a tener en cuenta, más aún cuando compruebas la eficacia y facilidad con la que se conduce gracias a una transmisión rápida y de transiciones suaves en casi todas las casuísticas.
El modelo probado
Durante una semana hemos podido conducir un Renault Mégane ZEN TCe de 140 CV con cambio automático EDC, de modo que el precio de partida de la unidad son 25 741 euros. Hay muy pocas alternativas con esta potencia, la transmisión automática y el nivel de equipamiento del acabado ZEN, menos aún de marcas europeas.El bloque 1.3 TCe es un cuatro cilindros de 1,3 litros de cubicaje que rinde 140 CV sobre las 5 000 vueltas. El par máximo, de 240 Nm, se deja notar desde las 1 600 rpm, por lo que la elasticidad y facilidad de conducción están aseguradas. Solo en algún punto bajo del cuentavueltas sientes cierto vacío.
Diseño vanguardista
El Mégane 2020 estrenaba la nueva instrumentación digital de 10,20 pulgadas, con buena calidad y posibilidades de personalización que encajan con los gustos de cualquier conductor. En caso de optar por un acabado más bajo, seguiremos teniendo la pantalla central y los dos indicadores de aguja a los laterales.La pantalla central de 9,3 pulgadas vertical (frente a los 8,7 del anterior) es lo más curioso y significativo de los Mégane. Para las variantes menos equipadas mantenemos una pantalla monocroma de 4,2 pulgadas, motivo de sobras para invertir algo más en la compra de este francés.Uno de los aspectos que más se ha notado en esta pantalla es la velocidad y calidad de la imagen. Renault ha incorporado un nuevo sistema operativo más intuitivo y rápido, además de conectarse de forma más fácil con Android Auto y Apple CarPlay. Me gusta mucho la posición de los menús y poder dejar algunos muy a mano, en la pantalla principal.
Algo justo de espacio
Mantener el túnel central tan grande y una colocación del salpicadero sobresaliente hace que el habitáculo se sienta opaco y poco amplio. Una sensación que se refleja también en los datos, siendo de los compactos con menos huecos para guardar objetos y espacio más ajustado para los pasajeros.El maletero, de 384 litros de capacidad ampliable a 1 247 litros para la versión probada, me parece más que suficiente para las necesidades de un conductor medio. Si necesitas cargar todo lo de la familia, carrito incluido, te recomendamos que optes por la carrocería familiar, con 521 litros de capacidad y un diseño igual de agradable.
Más seguro que nunca
Renault ha puesto el foco de atención en la seguridad de sus pasajeros. Por ese motivo, y teniendo en cuenta el nivel de equipamiento probado, disfrutamos de asistentes a la conducción como el control de velocidad adaptativo, sistema de centrado en el carril, aviso de ángulo muerto y frenada de emergencia, entre otros.El Mégane no destaca por nada especial, más allá de tener un tarado de conducción y un chasis tirando a deportivo. Eso hace que coger una curva a alta velocidad ofrezca más seguridad y aplomo que en alguna de sus alternativas. Sin embargo, parece que las normativas afectan al carácter indómito de los motores, que se sienten más dóciles a la par que aburridos. Algo con lo que un conductor al uso tampoco debería tener más problema.
Versiones R.S
Este nuevo Mégane introduce la electrificación con la variante E-Tech pero también mantiene las versiones más deportivas: R.S y R.S TROPHY. Ambas recurren al bloque 1.8 con 300 CV y algunas diferencias en el ajuste de la suspensión y el diferencial delantero mécanico Torsen del Trophy.
Mantiene las cotas
Los retoques realizados a esta cuarta generación en 2020 le han sentado bien pero no van más allá de un nuevo tramado de calandra, diseño de llantas y colores en la paleta. Lo realmente importante es la evolución tecnológica del Renault Mégane.
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